Tuesday, October 27, 2009

AMBITO FINANCIERO CHARLAS DE QUINCHO JULIO 2005




11/07/2005 02:00
Ambito Financiero - Política - Pág. 1

CHARLAS DE QUINCHO
Quinchos del Lunes 11 de Julio de 2005



El Presidente y su más acérrimo enemigo por estos días tuvieron una semana tan agitada en lo social como en lo político. Uno de ellos hasta festejó los quince años de su hija menor, pero lo más sustancioso se escuchó en otra cena, en la casa de gobierno de una provincia muy disputada. Distendido, su antecesor tuvo un encuentro más deportivo que político en San Telmo, pero, de todos modos, no pudo contenerse y cargó duramente contra los dichos de una candidata y los aplausos que provocaron esas palabras en algunos ministros que supieron ser « propia tropa». En dos embajadas y en el lanzamiento de un libro también hubo jugosos diálogos, que fueron desde el mantenimiento del tipo de cambio hasta las desventuras de un jefe político bonaerense -¿perdió todos sus ahorros ocultos en una chimenea a partir de su separación conyugal?-. Veamos.


• Desvelado Néstor Kirchner en la semana por dos obsesiones femeninas: su esposa, Cristina, que debutaba como aspirante en Buenos Aires; y su hija Florencia, que el sábado festejó los 15 en Olivos (musical y bulliciosa la residencia, no se veía así desde los tiempos de Adolfo Rodríguez Saá, quien en su breve interregno propiciaba asados casi todas las noches). Cumplió poco con su hija: el cumpleaños íntimo, el 6, debió pasarlo con almirantes, generales y brigadieres en el Día de las Fuerzas Armadas, a quienes les facturó estar con ellos y no con su «Flor» o «Florita», diminutivos que en ocasiones utiliza. Lo compensó el sábado, tras volver de Tucumán casi con urgencia, asistiendo al asado, departiendo en el baile y show hasta la madrugada, junto con las alumnascompañeras del colegio Lasalle ( Florida, Buenos Aires), donde cursa su hija.
De ese encuentro social, poco. Salvo, claro, el impacto que produjo en la Casa de Tucumán la actuación de un tenor entonando el himno. Hasta Kirchner se entusiasmó con el intérprete -¿lo llamarán como voz oficial, como hizo Fernando de la Rúa con Darío Volonté, quien siempre le cantaba «Aurora» hasta que se subió al helicóptero?-, hombre de curiosa trayectoria: es Omar «el Turco» Hassan, rugbier de nota, un «Puma» que también acaba de salir campeón de Europa con el Toulouse y que se dedica en sus horas libres al canto y, ahora, ya lanzado profesionalmente, parece instalado en la carrera lírica.
Importaba, por lo político, la dedicación que el Presidente le prodigó a su esposa en el acto del teatro Argentino y, sobre todo, luego en la cena que organizó el gobernador Felipe Solá en su residencia platense.

• Allí, a una veintena de invitados conspicuos (gobernadores y ministros, en su mayoría) Solá recibía junto con «la mujer que me acompaña », la abogada María Helena Chávez, dueña de su corazón y de su celular, según dicen. Ambos, con los Kirchner, compartieron la cabecera para apurar -según las tradiciones del gobernador, aunque en esta ocasión evitó a los guitarristas- un menú criollo, con fiambres de entrada y una cazuela de gallina (cerraron con helado). De los gobernadores, a la comida sólo faltó el pampeano Carlos Verna, quien del palco se fue a su provincia con aviso. ¿Lo tenía agendado o le pareció demasiada la afrenta a Eduardo Duhalde? Quien parecía más exultante era José Manuel de la Sota, aunque no le iba en zaga el riojano Angel Maza, ya que ese día la Cámara Electoral le había habilitado el partido en su provincia para competir con quien fue su amigo y maestro, Carlos Menem. Algunos de los representantes del interior consideraban el ingreso a la residencia como los viejos tiempos en que sus antecesores en el cargo llegaban con sus caballos a Plaza de Mayo.Así, al menos, lo explicaban históricamente, para alzarse ahora contra el hegemonismo de los bonaerenses duhaldistas. Kirchner sonreía porque cumplía lo que, desde que asumió, se prometió: rivalizar con Duhalde y convencer -vaya a saber con qué métodos- al resto de los gobernadores, que no era él adversario de las provincias, sino el bonaerense. Alguna generosidad desplegó para cumplir ese anticipo.

• «Lo que nos ha hecho este hombre», aludía De la Sota al ausente, quizás hoy más franco para resucitar viejos estigmas de cuando Duhalde primero lo hizo candidato y luego lo deshizo como tal (por consejo de las encuestas, según una versión). Los otros colegas también parecían exultantes: no imaginaron nunca que entrarían a la residencia del gobernador, en La Plata, y que de paso abrirían la heladera para comerse todo lo que allí había. Casi una aspiración de caudillos. Mientras transcurría esa cena de la más alta aristocracia justicialista -aunque Kirchner advirtió que prefiere no darle tono partidario a la campaña y menos que abunden los actos políticos-, hubo bromas. Por supuesto, el destinatario preferido era José Pampuro, segundo de Cristina en la fórmula, quien posiblemente siempre soñó con ser senador y, en todo caso, esa alternativa nunca se la brindó Duhalde (quizás, como señaló Hilda Chiche Duhalde en su último discurso, porque «era el secretario de mi marido»). Ahora, desde el Ministerio de Defensa, tal vez pueda acceder a la Cámara alta, justamente el origen de todos los chistes con los que abrumaron al todavía ministro de Defensa debido a su estatura (como si en el gabinete fueran todos lungos).

• Parece que a Pampuro, como a los otros ministros candidatos (Alicia Kirchner y Rafael Bielsa), el mandatario ya los instruyó sobre su futuro: no regresarán a sus carteras, en las que deberán pedir licencia en agosto y renunciar en la primera semana de noviembre, justo en la fecha que se anunciará el nuevo gabinete. Para entonces, sin embargo, de acuerdo con la performance de cada uno, hasta podrán aspirar a otro ministerio. Mientras se confirmaba ese dato, ya algunos conjeturaban nombres y cambios: ¿Graciela Ocaña por Pampuro?, ¿Héctor Icazuriaga, de la SIDE a Acción Social por la hermana de Kirchner? ¿O será la oportunidad de Liliana Korenfeld, una mujer que acompaña a Kirchner desde los '80, cuando estuvieron al frente de la Caja de Jubilaciones y quien guarda la mayor cantidad de secretos administrativos del Presidente? También se habló de Carlos Chacho Alvarez, otra vez por Bielsa, y que el diputado Daniel Varizat podría suceder a Icazuriaga. Siempre y cuando se resuelvan las rencillas no menores que este legislador mantiene con el segundo de la SIDE, Francisco Larcher, otro que del universo secreto de Kirchner es un experto.

• Había ministros también de Solá, como Florencio Randazzo, quizás el mayor impulsor del destete del gobernador de Duhalde. Tanto que tuvo problemas con otros colegas de gabinete provincial y que el propio Duhalde, su adversario, reconocía como al único que quería para sí por sus dotes políticas. A Randazzo lo conocen como «el Chupete de Felipe», en cariñosa y obvia alusión a José Luis Manzano, ya que ha sido audaz y rápido para conseguir lo que se necesita y un duro negociador a la hora de sentarse en la mesa. Otro que estaba era «Juampi» Cafiero, quien conoce la casa mejor que nadie -de chico, cuando estaba con el padre gobernador y, luego, porque no se perdió de estar con ningún gobierno- y el que no pudo integrar la lista de diputados por «portación de apellido», según dicen a pedido de los Kirchner (no olvidar que Antonio y Cristina se conocen demasiado del Senado). Ya le había ocurrido a «Juampi» en tiempos de Chacho Alvarez, cuando éste usó la misma excusa en el Frepaso para excluirlo de la fórmula del '95 (terminó siendo Auyero-Jorge Vázquez). Igual, con el balance del apellido «Juampi» no puede quejarse: le dio más de lo que le ha quitado.

• Otro que se sentó a la mesa fue León Arslanian, inclusive a pesar de que rechazó ir de segundo de Cristina y, también, el Ministerio de Justicia (no saben con quien reemplazar a Horacio Rosatti, pero saben que lo van a reemplazar). Parece que igual, por sus dotes de negociador armenio, Arslanian tendrá un destino bienaventurado: le han reservado una de las vacantes futuras en la Corte Suprema y él, por supuesto, no se va a negar a ese halago. Estaba el matancero Alberto Balestrini -alguien de los que más goza con lo que se extrae del gobierno nacional-, los Fernández (Aníbal y Alberto), el de Interior que cada vez más se inflama en su vena contra el matrimonio Duhalde. Aunque debiera ser recompensado por esa actitud, en la cena no la pasó bien cuando hizo una explicación sobre «su amigo» -también colega en otros emprendimientos- José María Díaz Bancalari.
Amagó defenderlo señalando que, al hablar con él y confesarle sus dudas sobre la candidatura de Chiche, creyó persuadirlo para que se bajara de ir como segundo de ella. «¡Qué se va a bajar ése, si es un traidor!», espetó Kirchner en un arrebato «¡Si ya cuando le dije que renunciase a la presidencia del PJ me prometió bajarse y mirá donde termina!», siguió en el peor de los tonos e incomodando la diplomacia hospitalaria de su ministro. No alcanzó con ese comentario: también lanzó otros personales que seguramente había evitado mencionar cuando lo reclamaba como su hombre en la Cámara y lo premiaba con viajes e intimidad. Después, para cerrar, Kirchner hizo un brindis -«por el éxito»- y con breve sermón, mayestático según su estilo, le respondió a los piropos que un rato antes le había deparado su esposa: «Cristina es un gran cuadro político». Ninguna novedad, pero quizás en la familia presidencial ésa es la mejor condición a resaltar.

• Lejos de esa tierra que antes era propia, temporal o definitivamente, Eduardo Duhalde -a la misma hora- celebraba en San Telmo su propia cena, menos partidista y bastante más graciosa. Es que concurrió, en el San Juan Tennis, a la comida donde se entregaron los premios a los ganadores internos de ese deporte, al cual el ex presidente persigue como una presa imposible de alcanzar. Ni siquiera, cuando le preguntan cómo juega al tenis, se atreve a confesar: «Soy un jugador de club». Aun así, disfruta con el ambiente, más cuando lo rodean algunos de sus íntimos que también se han lanzado a las competencias blancas.
No se habló de política, claro, más bien se multiplicaron los cuentos y chistes -habituales en cenas de hombres-; igual fue satisfactoria la reunión para Duhalde. «Me doy cuenta -les revelaba a sus amigos- que hice bien en proponer a Chiche. Alguien tenía que plantársele a esa gente y, en los círculos empresarios que observo, antes casi no me miraban si no era por intereses especiales y ahora descubro adhesiones nuevas. Creo que hemos despertado una sensación todavía no expresada en la sociedad».

• Después, sobre las imputaciones lanzadas por Cristina sobre el «padrino mafioso», añadió aproximadamente: hay actitudes de las que no se puede volver y, la verdad, creo que nunca voy a perdonarles lo que me dijeron y, menos todavía, la alegría de algunos como Pepe ( Pampuro) o Ginés (González García) que aplaudieron lo que se decía. Me parece que los que deben responder a esas acusaciones son los cuatro ministros que les dejé a Kirchner, ¿o acaso no son también mafiosos los que integran con mayoría el gabinete del 'Flaco'?» Ardido, escaldado, también vaticinó situaciones a partir de la historia: «Ese escenario del Teatro Argentino, con el 'Chino' (Busti) y el 'Gallego' (De la Sota) más los Kirchner me hizo acordar cuando, en el '88, estaban todos con Cafiero y contra Menem. Entonces, también tenían todo el aparato, la plata, los gobernadores, los intendentes, los sindicatos. ¿Y qué pasó? Perdieron. ¿Por qué creen ahora que van a ganar? No se dan cuenta de que el aparato son ellos?» Y así cerró el monólogo con cercanos, no con los hombres del club, en su mayoría profesionales y empresarios, ya que estos al mejor estilo de las instituciones británicas, jamás cuentan lo que ocurrió en las cenas.

• Festejo en la Embajada de Estados Unidos, Día de la Independencia con diplomáticos, políticos y empresarios. Lo primero que los invitados con fama debían sortear era a los movileros de «Caiga quien Caiga», que tenían a maltraer a una funcionaria de prensa de la embajada que se encargaba de protegerlos mientras hacían la cola. No obstante, no pudieron evitar el acoso supuestamente simpático el ex ministro Roberto Alemann ni, menos, el juez de la Corte Suprema más cuestionado, el pobre Antonio Boggiano, que rumiaría su pesar en los salones. De todos modos, aún es miembro de la Corte, y eran pocos los invitados que le escapaban a sus lamentos, mientras no se podía mirar hacia ningún lado sin encontrar un conocido. Después de saludar al embajador Lino Gutiérrez, su esposa y la fila de agregados militares, era imposible no detectar en las cercanías al nostalgioso antecesor James Walsh, que también saludaba en su español cordobés como si aún fuera el embajador. Mientras devoraba empanadas, Diego Guelar se demoraba en largas explicaciones bastante inconvenientes para un cóctel, donde debe decirse sólo lo necesario. Para explicaciones tampoco estaba Armando Cavalieri, aunque respondía con evasivas cuando se le preguntaba sobre la interna de la CGT, mientras el trío de encuestadores, como Hugo Haime, Mora y Araujo y Graciela Rommer, lanzaba cifras sobre las futuras elecciones.

• La presencia del director de «Página/12» fue una novedad en concurrentes a este festejo estadounidense. En cambio, no sorprendieron las invitaciones a Julio Werthein, Jesús Rodríguez (UCR), Daniel Scioli, Julio De Vido, el ex embajador Ortiz de Rosas, Raúl Plee, Rosendo Fraga y Susana Merlo. De todos modos, se vio a mucha menos gente que otros aniversarios, y el servicio de buffet fue mucho más elemental que en ocasiones anteriores (igual, esa embajada, lo mismo que el país al que representa, nunca se caracterizó por el refinamiento gastronómico). La comida, entonces, o la falta de ella, era padecida por los economistas Carlos Melconian y Miguel Kiguel, el ministro (y pocos días después candidato) José Pampuro y el embajador británico, John Hughes, quien tres días después debería cambiar la descontracción de la fiesta por un febril encuentro con los periodistas para explicar lo poco que se sabía de los atentados en Londres.

• El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra -acompañado por su bella, nueva pareja, Muriel Balbi- recibía una sugerencia sobre repartir desde el municipio, como se regalan condones, barbijos como usan chinos y japoneses para evitar epidemias de gripe por contagio como actualmente sucede en el país al volver el frío intenso. «Si no logramos que usen el casco los motociclistas...», dijo sin interés Ibarra. No es fácil para porteños engripados, por miedo al ridículo, salir a la calle con un barbijo de cirujano para no ser foco de contagio, pero es cuestión de insistencia, como debe hacerse para el orden en el tránsito, uso del cinturón de seguridad, etcétera.

• El candidato Ricardo López Murphy expresó que poner orden en el tránsito es la primera forma ciudadana de acostumbrar a cumplir la ley. Pero Aníbal Ibarra quedó más paralizado desde Cromañón. No atina a dar idea de preocupación ciudadana. La avenida Alem entre Córdoba y Corrientes, y la esquina de Paseo Colón y Belgrano son un peligroso juego de esquive de bocas de tormenta hundidas que estropean amortiguadores; tales esquives bruscos son un peligro para automovilistas que circulan y -sobre todo- para motociclistas desprevenidos. De la avenida Alem Ibarra sólo cuida la primera cuadra, la que va desde la Casa Rosada hasta Bartolomé Mitre, que es la que recorre el auto del presidente Kirchner para ir a tomar el helicóptero y dormir la siesta en Olivos. Si la gestión del actual jefe de la Ciudad hubiera sido dinámica, con logros e iniciativas apreciados por los ciudadanos, no habría sido tan descalificante lo que no previó en Cromañón.

• Por su parte, Ivo Rasic, vicepresidente de la Cámara Argentino-Croata de Comercio, contaba que con su empresa avícola Cresta Roja ya vende a China algo que el gobernador entrerriano Jorge Busti logró el mes pasado para sus comprovincianos: exportar la pata de pollo a China. «Eso que no comen los argentinos y la mayoría de los países, que lo hacen desde el muslo hacia arriba -explicaba Rasic-, tiene extraordinario valor vitamínico.» El ex embajador de Estados Unidos James Walsh decía que este año ya viajó dos veces a la Argentina, país que adora (en su juventud incluso vivió en Córdoba, y habla castellano como un nativo). Mark Hudson Botsford es otro estadounidense que se encontraba allí y que contaba que decidió radicarse en la Argentina, a la que califica de más bella y agradable de ser vivida que lo que el pesimismo de los argentinos supone. Lo convenció para establecerse aquí -aunque mantiene su residencia en Washington- su esposa, que es hija del ex ministro de Economía Adalbert Krieger Vassena.

• Deliciosa y concurrida recepción en la Embajada de Alemania: se despedía el consejero Klaus Bonnemann -va por dos años a Chile, ¿regresa luego como embajador?-, hombre que fue capaz de reunir casi un elenco tan estelar como el de la celebración del embajador de los Estados Unidos.Y eso que él va a menos cócteles que Lino Gutiérrez. Tampoco ofrecía un menú deslumbrante, en apariencia corto como una manta en día de frío, al menos para el hambriento gentío: hubo bocaditos, empanadas y unas cazuelas de arenque que se clausuraron luego con masitas. Sobrio el embajador alemán, Rolf Schumacher, también sobrio Bonnemann, por suerte animaba su esposa, una rusa jovial, al menos para el espíritu germánico.
Sorprendía la variedad de invitados, casi un caleidoscopio de profesiones (aunque sobresalían los empresarios).Se tropezaba uno con la esposa del ministro Julio De Vido; el titular de AFIP, Alberto Abad; con el secretario de Comunicaciones, Guillermo Moreno y, también, con el escritor Marcos Aguinis, el talentoso Roberto Alemann o Rosendo Fraga. Parlanchín estaba Rodolfo Frigeri, diputado que no renueva aunque figuró en la primera lista de acuerdo entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner para la provincia. Consecuencias del affaire Banco Provincia, tema que lo obsesiona a Frigeri explicándolo y con algunos costados por muchos ignorados: por ejemplo, la fortuna que le debía la provincia al Banco, aunque luego el distrito se hizo cargo de todas las deudas e incobrables que arrastraba la institución. No en tiempos de Frigeri, claro.

• Algunos alemanes de origen o estancia preguntaban por la libertad de prensa en la Argentina: sólo obtuvieron una descripción particular: en una emisora de nítida orientación oficial despidieron a un cronista porque puso en duda el récord de recaudación (en rigor, aludió a los impuestos distorsivos de las retenciones y el cheque como impulsores del superávit) y, luego, suspendieron (o vacacionaron) a un periodista clásico porque se permitió algunas críticas. Deliciosos los entretelones de estos episodios. Había gobernadores: Jorge Obeid (Santa Fe) y Eduardo Fellner (Jujuy), mientras el secretario de Energía, Daniel Cameron, tranquilizaba a quienes temían por desabastecimiento de luz y gas. Otro año bendecido para el gobierno, sin invierno riguroso como los dos últimos, confianza para que persista ese verano eterno el año próximo, cuando algunos anticipan la crisis del sector. Quienes se apartaban de esos temas, pregonaban hippismo con el «vivir hoy», se lanzaban sobre el diplomático Manuel Benítez (subdirector de Europa Occidental), quien daba clases sobre gastronomía, hobby del que no sólo habla sino también ejerce con generosidad.

• Empresarios de rasgos diversos, como Juan Gotz (Capsa), el resfriado Horst Paulmann (titular de Jumbo), Viktor Klima (CEO de Volkswagen), Tomás Pförtner (Cornealent), Juan Piccardo (Isenbeck), Matías Kleinhempel, Julio Werthein, Carlos de la Vega, Magdalena Brenam (Maxinta), el bodeguero Rodolfo Lavaqué, Tomás Hess (Esso), Daniel Hang (Techint) y otros apuntaban a juicios de los economistas Miguel Angel Broda, Mario Vicens, Daniel Marx y, también por la moda de la época, Eduardo Curia. Se hablaba del tipo de cambio (¿cuál es la empresa que le ha dicho a su querido Roberto Lavagna que no hay agua en el sector para que baje la divisa norteamericana?), también de un perfil de solución a las privatizadas: al parecer, se ha ordenado un esquema de «flujo» y «caja» -a implementarse luego de las elecciones de octubre- que se basa en concederles buen nivel de tarifas (garantizar 20% de rendimiento, por lo menos) a todos aquellos que inviertan en emprendimientos nuevos al tiempo que mantienen o corrigen ligeramente las viejas (en nivel de 8%). Ninguno opinaba sobre los resultados, sí sobre el origen de la propuesta: fue realizada hace varios meses por Orlando Ferreres -quien, cada tanto, asiste a De Vido- aunque él nunca bautizó el esquema como «flujo» y «caja».

• Vaya a saber por qué incontinencia ancestral, Bernardo Neustadt no para de hablar (hasta hace el programa de radio que no sale al aire todos los días como necesario ejercicio). Y tampoco de escribir, ya que ante unas 350 personas en el MALBA presentó un nuevo libro («Prohibido no pensar») con los mejores reportajes que hizo en su dilatada carrera de periodista. Lo acompañaron seis jóvenes agradecidos o becados por Neustadt, economista, editor, maratonista no vidente, un bombero-policía, y tres invitados: el abogado René Balestra («Proust en su melancolía nos enseñaba a pensar en el pasado, Bernardo en el futuro»), el empresario «Quique» Cabrales («Hace 30 años que Bernardo nos abre la cabeza para inundarlas de ideas») y la ex ministra de José María Aznar, y hoy vicepresidenta del Partido Popular de España, Isabel Tocino, quien recomendó: «En España necesitamos de un Neustadt para que nos indique dónde queda el futuro y cómo se debe llegar a él. Por eso les pido que no lo desaprovechen.» Todo a favor, claro: era su libro.
La platea también estaba con Neustadt: de Juan Carlos Blumberg a Alfonso Prat-Gay, de Hugo Porta a Jorge Brito, de Alejandro Bulgheroni a Carlos Ortiz de Rozas, de Luis Patti a China Zorrilla, de Jorge Fiorito al rabino Sergio Bergman, de María Cecilia Pando a Paola Spatola, de Pedro Simoncini a Eduardo Costantini, por no hablar del habitual elenco de médicos que lo acompaña, celebrando el ensayo oral del anfitrión que se declaró contra el pecado de no pensar, ya que «la vida no es el domingo que votamos, la democracia no es un día». Más celebraron la intervención jocosa, al final, de tres voces en una: primero un doble de Neustadt, luego otro de Mariano Grondona y un tercero de Néstor Kirchner, acto del cómico y político Nito Artaza, quien ni siquiera pudo sacarle la promesa del voto. «Yo voto a Moria, porque ella le pone el pecho a las cosas», dijo el periodista con un humor que reprobaría Simoncini, tan preocupado por la televisión basura.

• El encuentro permitía enterarse de sabrosos cotilleos, como el pleito entre María Julia Alsogaray y Jorge Pereyra de Olazábal (lógico, no iba uno a enterarse allí de los conflictos en la izquierda revolucionaria) y del drama económico de un político de fuste tras su divorcio. Del primer episodio, señalaban que María Julia -quien no es afiliada a la UCeDé- se ha enemistado con Pereyra de Olazábal porque éste asoció al partido en un frente con Mauricio Macri, no se sabe si por viejos problemas entre ingenieros o porque entiende que la UCeDé ya fue con la muerte de su padre (y, por lo tanto, impulsa una fundación con el apellido). Decían allí que la guerra es total.
En cambio, donde no vale el armisticio es en la separación de un dirigente bonaerense, quien partió de su casa porque la esposa lo descubrió en amores con otra dama. La cuestión es que, parece, el hombre había diseñado un conducto paralelo al de la chimenea, en la casa original, donde con amianto había guardado el fruto de sus ahorros (se habla de 8 millones de dólares). Cuando regresó a negociar la despedida con su mujer, se encontró con la novedad de que ésta -en una gran bandeja- le mostró las cenizas de lo que había sido presuntamente la fortuna conjunta. Dos preguntas en el epílogo: ¿realmente quemó todos los dólares o sólo una parte para engañar al marido? Y, quién es el marido, el dirigente. Por supuesto, esta boca de quinchos no va a hablar.

• Vamos a terminar con un chiste escuchado este fin de semana en Punta del Este. El CEO de una gran empresa, en medio de su ocio, se plantea si hacer el amor con su esposa es un trabajo o placer. Llama al gerente general y le pregunta: «¿Hacer el amor con mi mujer, es trabajo o placer?». El ejecutivo, que en ese momento hablaba largamente por la otra línea con su amante, responde: «No sé, tengo que estudiarlo». El CEO le da una hora para responder. El gerente va a ver al de Recursos Humanos y le dice: «Tenés unos 45 minutos para determinar si es trabajo o placer que el CEO haga el amor con su esposa». El ejecutivo, que estaba entretenido jugando en la computadora, llama al jefe de Personal y le dice: «Tenés media hora para decirme si el hecho de que el supremo haga el amor con su esposa es trabajo o placer». El jefe deja de tomar mate y va a la oficina del empleado González, que tiene el escritorio cubierto de papeles y está, obviamente, tapado de cosas para hacer. Y le dice:

- Che, González, ¿qué te parece a vos? El jefe máximo hace el amor con su mujer, ¿qué es: trabajo o placer?

Sin titubear un segundo, el empleado responde:

- Placer.

- ¿Y cómo hiciste para dar una respuesta tan rápido?

- ¡Porque si fuera trabajo ya estaría yo en la cama con la jefa!


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