Revista Fortuna
Negocios y Economía
Año III Nº 2 | Edición 332 del 09 de Octubre de 2009
ECONOMÍA | El arreglo con los holdouts
Halcones y palomas entre los bonistas
Los bancos asesores garantizan acuerdo por u$s 8.000 millones de los u$s 29.000 que se deben, pero la mayoría de los acreedores rechaza el plan. La estrategia de diferenciar entre “buenos” y “buitres”.
POR JAIRO STRACCIA
Algunos desde la cautela y otros desde el llano rechazo, los acreedores de la Argentina que no entraron al canje de 2005 observan igualmente expectantes los últimos movimientos del gobierno de Cristina Kirchner antes de presentar una nueva oferta de reestructuración de pasivos que le permita en pocos tiempo poder volver a pedir prestado en los mercados internacionales.
En el borroso universo de los tenedores de títulos por unos u$s 29.000 millones (aproximadamente u$s 20.000 millones por concepto de capital y el resto, intereses) hay de todo. El banco Barclays, en sociedad con el Citibank y el Deutsche, le acercó a Cristina Kirchner en septiembre de 2008 una propuesta de renegociación en la que garantiza la aceptación por parte de bonistas con tenencias por casi u$s 8.000 millones. En estricto off the record, en algunos fondos de inversión representados por estas entidades financieras aseguraron a FORTUNA que “a nivel técnico está todo acordado, y que sólo falta por estas horas las decisión política de anunciar el acuerdo”.
“Puede faltar algo de último minuto, nada más, aunque a veces esas cosas son bastantes complicadas”, revelaron desde Manhattan. Según cuentan en la Gran Manzana, los bancos limaron las últimas asperezas con el ministro de Economía, Amado Boudou, durante las visitas del funcionario a Pittsburg, en la reunión del Grupo de los 20, y en Estambul, donde hace unos días terminó la Asamblea del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
La estrategia ideada por los bancos que armaron la propuesta consiste en asegurar una aceptación inicial de inversores por u$s 8.000 millones para, sobre esa base, salir a “promocionar” la operación entre el resto de los acreedores. La aspiración de máxima sería llegar así a reestructurar deuda por entre u$s 12.000 y u$s 15.000 millones, lo que implicaría más de un 60% de aceptación.
La inminente oferta a los holdouts incluiría una quita total del 65%, con un título a 7 años por los intereses impagos desde 2005 y quizás también un Discount para inversores institucionales por cerca de u$s 7.000 millones. Según ha trascendido, no se incluiría un cupón que ate los papeles a la evolución del Producto Bruto Interno, como lo había ideado el tándem Roberto Lavagna-Guillermo Nielsen en aquellos días de la primera propuesta. Por la llamada “Ley cerrojo”, esta nueva oferta del Gobierno a los bonistas debe ser menos tentadora que la original.
En la visión del Palacio de Hacienda, hay dos clases acreedores: aquellos que compraron deuda de buena fe y no entraron en el programa de hace cuatro años porque hicieron “un mal cálculo”, y los fondos denominados buitres, que adquirieron deuda a precio vil con el objetivo de litigar hasta conseguir fallos favorables en la justicia estadounidense. Ocurre que por fuera de los acreedores representados por Barclays, entre bonistas individuales “genuinos”, como dicen en Economía, y los fondos buitres, la dureza ante esta nueva fase de la renegociación, es la misma.
BUITRES. En NML Capital Limited, filial de Elliott Management –que se atribuye ser el mayor acreedor del país, con deuda por u$s 1.000 millones– no quieren saber nada con otra reestructuración. En declaraciones a esta revista, el gerente de inversiones Jay Newman afirmó que “luego de años de intentos de denigrar a los legítimos acreedores, la administración Kirchner ahora admite que la reestructuración de 2005 fue un fracaso total, que ha hecho de la Argentina el mejor ejemplo de una nación deshonesta”.
En su opinión, el Gobierno “está intentando repetir esa estrategia unilateral y forzar a los acreedores a aceptar condiciones considerablemente peores que las que ofreció hace cuatro años”. Newman augura que la Argentina no conseguirá “librarse de los embargos de sus activos” que el fondo dice haber obtenido. “Tampoco –agregó- va a mejorar la percepción de la calidad de crédito del país, ni va a reducir el costo al que se financia”.
NML Capital Limited, afirma haber comprado deuda argentina antes de la moratoria de 2001. Y en la compañía se jactan de haber tenido “éxito” en obtener embargos en tribunales en Estados Unidos, Francia y Bélgica.
“Solamente a través de negociaciones con buena fe la Argentina podrá demostrar que verdaderamente busca mejorar su imagen actual de ser irrespetuosa de los derechos de los acreedores”, completa Newman.
Pese a su beligerancia, entre los inversores que alientan el acuerdo, sostienen que Barclays incluso debería hablar con los fondos buitres, entre los que también ubican al del multimillonario Kenneth Dart. Si bien reconocen que, como lo hicieron en negociaciones en Brasil, Chile y Perú, su estrategia siempre es “litigar hasta el final”, creen que en esta oportunidad no les convendría seguir con los juicios indefinidamente y aceptar un trato razonable.
CARPINTEROS. El ex secretario del Tesoro, Paul O’Neil, alguna vez se negó a “malgastar el dinero de los plomeros y carpinteros estadounidenses” en financiar a países irresponsables. Mark Botsford es un ciudadano norteamericano que compró deuda en nuestro país (con jurisdicción nacional) por medio millón de dólares y que actualmente litiga contra el Estado. De más está decirlo, rechaza de plano cualquier oferta de Boudou.
“Pensamos todos que es un canje de toma o deja como al principio, no es una negociación de buena fe”, subraya desde Washington. Llama al Gobierno a diferenciar el caso de los acreedores minoristas como él, que adquirió papeles a 95 centavos por dólar, de los grandes fondos, que pagaron poco más de 10 centavos. Sin embargo, en un punto se muestra igual de beligerante: “Vamos a seguir demandando después de este segundo canje unilateral, que no va tener éxito como dice el Gobierno”. Añade que “todos los que tienen bonos, locales y globales, y los fondos soberanos tenedores de bonos van a seguir demandando al país, más allá de cualquier canje que salga”.
Botsford se está moviendo. Dice estar en consulta con bancos, el Fondo Monetario Internacional y gente de la banca, y asegura que de ninguna manera la propuesta del Ministerio de Economía cuenta con el respaldo que ha trascendido en algunos medios de comunicación. “Se apoya que haya una solución, pero no el contenido de ninguna oferta”, aclara.
Más cauteloso se muestra, en tanto, Hans Hume, asesor del otrora mediático Nicola Stock, de la American Task Force, la coordinadora de asociaciones de acreedores estadounidenses que saltó a la palestra tras el default. “Hasta ahora no hemos recibido nada del Gobierno, no tengo nada en concreto para reaccionar, vamos a esperar”, afirma. “Yo sé que otros fondos han tratado de abrir una discusión, pero nosotros no somos parte, para mí si hay algo, una oferta o una propuesta, ahí empezaremos a trabajar”.
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